miércoles, 19 de mayo de 2010

Para empezar...







Siempre he tenido mi normalidad.

Ni la profesión de mi papá, ni la voluntad propia de mi pelo, ni mi afán por inventar personajes para jugar de niña me ayudaron mucho. Solía verme en los espejos esperando volverme loca; detectar el segundo en que por fin pudiera ver como se dividia mi personalidad.

No contaba con que la vida me tenía preparada una etapa de "normalidad" de esa asquerosamente común, asquerosamente corriente, peligrosamente segura... y se me olvidó verme en los espejos.

Así que me perdí del instante en que me convertí en dos personas:

Una que vive tratando de reconocerse en las fotos viejas, incrédula de haber permanecido decentemente peinada tanto tiempo; que trata desesperadamente de regresar el orden a una vida que siempre fue surrealista - surrealista sí, pero ordenada - y que ahora es un rompecabezas.

La otra es un espíritu que no pregunta, que ya no duda, que hace lo que se le antoja, que en alguna parte sabe que este desorden es temporal, pero que lo que sigue sea lo que sea, es lo que importa y es para siempre.

3 comentarios:

  1. Hola Claudia,
    En muchas formas la 'nornmalidad' nos ha atrapado. Inevitable desde las formas de subsistencia, desde las normas de convivencia.
    Pero siempre hay un territorio interior libre, sin patria en el que a veces nos perdemos.
    Felicidades por tu blog

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  2. Como se dice por acá: Neta que eres la neta, tu forma de explicar tan compleja y clara es genial HE ENCONTRADO UNA AMIGA A LA ALTURA O MÁS.

    Como se dice en el teatro al estreno "Mucha mierda" vas a tener muy buen éxito con tu blog.

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  3. esa normalidad de la que hablas, de tan tranquila, hasta puede ser asfixiante, tambien intento reconocerme en imagenes del pasado, de sacudirme de las ataduras de antaño, y la idea de llegar tan lejos como tus pues puedan sostenerte lejos de ser absurda es inquietante. la de hoy es mucho mas real que la de ayer. te felicito ,mucho y sigue adelante. un abrazo amiga.

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