miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuando una letra ama a otra se forman las palabras

¿A dónde van todas las palabras que no se pueden decir ni escribir? que caminan perdidas asomándose en sueños y fantasías.
Todas las palabras inconfesables, inenarrables, estrujantes, apabullantes, temerosas, mudas, tibias, dolorosas, inadvertidas, inadjetivables, inexistentes, que se formaron en el momento crucial; el momento correcto para desaparecer casi al mismo tiempo de su concepción...

Palabras pavorreal que se pasean arrogantes tocando los cristales y estremeciendo a la colección de corazones rotos que guardas debajo del colchón.

Palabras llave que pudieron abrir tantas puertas de los cielos y de los infiernos y que se volvieron del color del miedo.

Palabras sangre que se derraman sobre los recuerdos y se hacen costra...

Palabras cicatriz que hemos aprendido a amar a fuerza de tanto ver, sin ver, en el espejo.

Palabras humo que se me meten en los ojos por la madrugadas, cuando me despierta el diablo para hablarme al oído diciéndome una verdad que nunca quiero recordar.

Soy un conjunto de palabras no dichas que entran y salen de mis venas. Que nacen, crecen, se reproducen, mueren y resucitan a su antojo, sin que yo pueda hacer mucho; que a veces me duelen en las articulaciones; que intentan escaparse siempre.

Alguna vez una de ellas lo logra: nace... y entonces se rinden los recuerdos.
La vida no será la misma.