miércoles, 19 de mayo de 2010

Acerca de enamorarse estúpidamente.


Estos errores que se cometen por segunda vez calan en los dientes como un shock eléctrico. Porque así era: Segunda vez ¡Segunda vez! enamorada estúpidamente. Y no me malentiendan, el amor estúpido no es el que se vive con una locura de telenovela barata, no, el amor estúpido es precisamente eso ESTÚPIDO. Enamorarse de un hombre que uno sabe no va para ninguna parte.

Ya había pasado una vez, en la época de la iluminación. En ese entonces tuvo el pretexto de la ilusión de la gran ciudad, el movimiento felino, la ventana al sueño, las señales confusas y los poemas al borde de la cama ¿Y ahora? ¿Ahora qué podía pretextar? NADA.

Estaba en la puerta, con el pelo revuelto y el corazón en la sonrisa; otra vez enamorada estúpidamente, a la merced de un hombre gato, que ronronea, seduce, utiliza la misma táctica predecible con una y otra y otra imagen que se le pone enfrente.

Para amarle sin psicosis tendría que volverse selectivamente ciega, convenientemente sorda, permanentemente sonriente... ¿valdrá la pena?

Ella contestó que sí, porque no todos los amores estúpidos tienen el mismo final... ¿verdad?

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