miércoles, 27 de agosto de 2014

Nublada

Llorar por la pereza.
Llorar por nuestra casa.
Llorar por la vida que no vimos.
Llorar porque eres mi espejo.
Llorar por nuestras ganas de matarnos.
Llorar porque puedo vivir con ello.
Llorar por los ojos que se cerraron.
Llorar porque no puedo ver al sol directamente.
Llorar porque no tienes corazón.
Llorar porque eres lo más espectacular que he visto.
Llorar por la resaca.
Llorar porque  te ibas a volver loco y no te volviste.
Llorar por el déficit de poesía.
Llorar por no poder recordar lo que vestías el día que me dijiste que me amabas.
Llorar por esa explicación innecesaria que me regalaste
Llorar porque volé  hasta donde no quisiste alcanzarme.
Llorar porque se esfumó el olor en la maleta.
Llorar porque no quiero que me elijas.
Llorar porque sí quiero.
Llorar por la felicidad de los extraños.
Llorar por los planes escritos en sueños.
Llorar porque no somos.
Llorar por el escenario.
Llorar por la belleza.
Llorar por la rudeza.
Llorar porque llegué retrasada.
Llorar porque se me hizo muy temprano.
Llorar por no ser lo que parezco.
Llorar porque también presiento las despedidas.
Llorar porque mi cariño causa miedo.
Llorar porque te lo agradezco.
Llorar porque a veces me inunda el amor.
Llorar porque las otras veces tengo toda la soledad del mundo en los ojos.
Llorar por el tanto que se vuelve un vacío inmenso lleno de nombres.
Llorar porque me siento diminuta ante la grandeza de las flores.
“Llorarlo todo, pero llorarlo bien”.