Un día, escuchas el eco de tu voz rebotando en los huesos
de tu cráneo y te das cuenta de lo patético de un existir como el tuyo; tan
hueco, tan lleno de nostalgias baratas, tan apolillado y amarillo.
Se está muriendo el país y tú estás distraída pensando en
eso que nunca ha sucedido ni sucederá.
Se está muriendo la fe y tú, aquí, poniéndole parches a una
máscara.
Se está muriendo el tiempo y tú estás ahogándote en sueños.
Se están muriendo las cosas que importan y tú, aquí,
decepcionada porque no sabes cómo dormirte para siempre.
Todo se muere delante de tus narices y ¿tú? dibujando en la pared una puerta sin llave.
Cada vez encuentro venenos más complicados.
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